El 28 de octubre de 1746, a las 10:30 de la noche, un devastador terremoto de aproximadamente 4 minutos sacudió la costa limeña durante el mandato del virrey José Antonio Manso de Velasco, conocido como el Conde de Superunda. Este desastre natural provocó la destrucción de numerosas viviendas, templos e iglesias en el Callao. La población quedó desorientada y conmocionada, buscando a sus seres queridos entre los escombros o refugiándose en las calles y plazas.
Treinta minutos después del sismo, el mar se elevó espectacularmente y se precipitó dos veces con estruendo, inundando y destruyendo la ciudad costera. Cuatro navíos de guerra fueron arrojados a la playa. Se estima que entre 5,000 y 7,000 habitantes murieron, con solo unos 200 sobrevivientes refugiados en la muralla y la isla de San Lorenzo, donde se encontraba el presidio.
La población experimentó una aguda escasez de alimentos, y los bandidos aprovecharon la situación para cometer robos. El virrey Manso de Velasco tomó medidas enérgicas, incluso erigiendo horcas para castigar a los delincuentes y garantizar la seguridad de sus súbditos. Su actuación destacada durante esta crisis le valió el título de Conde de Superunda en reconocimiento a su dedicación para mitigar las calamidades públicas y reconstruir la ciudad.
Según registros históricos, se estima que este terremoto alcanzó una magnitud de M8.8, siendo el más significativo en la costa central del Perú hasta ese momento.