En el Callao, la Navidad iniciaba con el tañido de campanas,
destacando la Misa del Gallo en la víspera. Los templos se adornaban, y tras la
liturgia, la plaza mayor acogía a chalacos con saritas, donde las damas lucían
atuendos festivos. Castillos y fuegos artificiales, donados por entidades,
animaban la celebración, seguida de música y baile hasta altas horas, con
potajes de pescado y chocolate para todos.
Los barcos en el puerto rendían homenaje con
decoraciones y salvas. En las casas, nacimientos con escenarios de Belén eran
populares, y algunas familias recreaban hechos históricos. Desde 1895, el
gobierno de Nicolás de Piérola introdujo costumbres europeas como el árbol de
Navidad, Santa Claus y nuevas influencias gastronómicas.